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Ontogénesis de la Psiquis y del Sentido ? Debato la idea con cualquiera (página 2)




Enviado por Armando Iván OJEDA



Partes: 1, 2

2.
Evolución, Inteligencia y
Sentido

Me he preguntado muchas veces, ¿por qué la
Inteligencia aparece desde la conjunción de ciertos
elementos materiales,
fisiológicos, generando la Mente, un sí mismo
inmaterial? Es como si fuese de pronto una conciencia de
sí, con un fuerte impulso de buscar, conocer, solucionar
problemas.
Como una pulsión del cuerpo. Y si es una pulsión,
¿todas las demás pulsiones que conocemos, tienen
las mismas características? En segundo lugar, si la
Inteligencia es el resultado explícito y consciente de la
evolución de la materia, donde
por fin la Naturaleza se
mira a sí misma, adquiere conciencia de sí y se
transforma, ¿de dónde sale esa proyección
obstinada, a la complejidad creciente? A nivel de otro estado de la
Naturaleza –el de los seres vivos- observamos el
fenómeno de una especie de entropía negativa de la que nos habla
Schrodinger, que, a diferencia de la materia inerte que tiende al
equilibrio
termodinámico en el cero absoluto, esa entropía
negativa de los seres vivos, en cambio, se
resiste obstinada y persistentemente al desorden,
atrasándolo, hasta que muere y se disgrega, quedando al
fin ella también inerte. En tercer lugar, si se
está produciendo la entropía de la materia inerte
enfriándose, disgregándose hacia sus componentes
más simples pero que paradójicamente permite nuevas
combinaciones, otras relaciones, al punto que parece que la
materia viva que ahora se resiste explícitamente y
además evoluciona hacia estados de complejidad creciente
negándose al desorden y a la disgregación y que da
como resultado a la Inteligencia que continúa con la
evolución, pero en un sentido cualitativamente superior,
porque en ese mismo sentido, ¿cómo es que
ésta transforma a la Naturaleza material e "inmaterializa"
a su vez, construyendo estructuras
intangibles y generando ideas? Porque si bien la Inteligencia
tiene una base fisiológica, natural, pulsional,
también es o se sirve de estructuras que ella misma
construye -como alguna Lógica
por ejemplo- para razonar, inferir, deducir, y también
otras estructuras lingüísticas de expresión
del Pensamiento;
que son todas inmateriales e intangibles.

En cuarto lugar, -y este último punto es tan
real- hay un funcionamiento en ella tanto virtual como tangible
sobre la posibilidad de diseñar, idear y construir
también materia inerte artificial. En esa dirección, la Inteligencia sería
algo intangible que une lo que existe a nivel virtual
–ideas- con lo que existe a nivel material, para dar
existencia a otras cosas, como dice Aristóteles.

En quinto lugar, llegamos a observar que esto inmaterial
produce no sólo inmateriales y objetos materiales
artificiales, sino también elabora propósitos,
fines, objetivos
inéditos, lo que nos lleva a recapitular y a preguntarnos
más a fondo: ¿por qué este impulso de la
Naturaleza inerte a producir la Vida, y ésta a generar a
la Inteligencia, que no sólo contiene todo el proceso en su
memoria, sino
que inclusive le da una dirección, un Sentido? Ello se ve
muy bien en las acciones
cotidianas del hombre,
quién trata de conocer, ordenar, clasificar, darle una
dirección a sus tareas, a sí mismo y a la
Naturaleza. Solamente en esa acción,
en ese intento de comprender o de explicarse de dónde
viene y adónde va, en ese sentido el hombre se
siente vivo, un sí mismo, el ser en sí y para
sí de Hegel.

Ahora bien; puede existir un abismo entre el resto de lo
seres vivos y el hombre como ser vivo e inteligente, pero
pareciera que se podría discutir si es él quien
imprime el Sentido básico a su existencia ó el
origen del Sentido es anterior a él. El hecho es, que
pareciera que la Naturaleza inerte y la Naturaleza viva previa a
lo humano con esta entropía negativa, con esta complejidad
creciente, con esta evolución que se resiste a
desaparecer, prepararon las condiciones para que ése
impulso, esa misteriosa y obscura fuerza, se
manifieste como un sentido, que logra al fin expresarse a
sí mismo con la inteligencia, pero que la supera y
trasciende.

Pero en el hombre y en su inteligencia nos encontramos
con otro problema más, que lo plantean algunas
percepciones que experimentamos además del sí
mismo; tales como la captación subjetiva de la belleza, la
producción o vivencia de experiencias
estéticas y la construcción de la obra de arte, lugares
donde se supera la dicotomía tan humana de la Ley y el Deseo,
al decir de Dellacampagne pero que va más allá,
hacia la percepción
y el disfrute de una plenitud efímera pero total;
percepción que ocurre en el arte, en los niveles del
cuerpo, del afecto y del espíritu.

Si damos por entendido que el hombre puede separar
mentalmente esos niveles pragmáticamente, en realidad, por
un lado pareciera ser que constituirían una misma cosa,
que puede manifestarse en distintos estados o no, y que depende
del hombre de cómo lo hace. Se expresaría, de
alguna manera, con elementos distintos, pero no se puede atribuir
solamente a una percepción del cuerpo, del Yo o de los
distintos componentes teóricos de la mente, tal como
tradicionalmente se ha querido interpretarla,
fragmentándola. Porque así como está
demostrado que aquélla funciona como un todo, aún
con desequilibrios, –trátese ya de disfunciones de
la Inteligencia, de la voluntad, de las emociones, de los
sentimientos o de las pulsiones, que independientemente no
constituyen un sí mismo por sí solos; del mismo
modo ocurre con el cuerpo, la mente ¿y por qué no
decirlo? del Espíritu.

También el afecto en el hombre es diferente del
resto de los seres vivos que pueden manifestarlo. Pero
¿qué es aquéllo que lo hace distinto? El
afecto puede ser tal vez netamente pulsional, pero también
tiene otras manifestaciones que solamente el hombre experimenta y
que no son fáciles de caracterizar ni tampoco su desarrollo,
-el cual veremos más adelante- por lo cual
estaríamos hablando de un atravesamiento diferente,
más espiritual; que también sería otro
fenómeno y otro problema.

Entonces, ¿cuándo, dónde, aparece
este fenómeno? Porque aparentemente si es el portador del
Sentido, entonces si bien parece presente desde la
irrupción del hombre, estaría incluso antes que la
Inteligencia y la construcción de lo simbólico.
¿Es el espíritu el portador del Sentido?
¿Del sentido primigenio de la Naturaleza? ¿Es el
que ha esperado la aparición del a Inteligencia -como
dijimos- para expresarse? Si es el portador del Sentido hasta
llegar al hombre, comprende de algún modo todo lo que ha
existido y existe, y con el hombre se manifiesta; y éste,
además, al experimentar que lo trasciende, implica que
está más allá de él. Las
construcciones culturales y estéticas son un ejemplo claro
de esa trascendencia, que en el plano de las acciones se
manifiesta en la Historia; en el plano
material en sentido amplio, se observa en lo artificial y
tecnológico; y en el plano de lo inmaterial en lo formal;
trátese ya de Ciencias, de
Leyes, de
constructos teóricos, estructuras mentales,
lingüísticas y de estados emocionales. Esta
dirección evolutiva, estas manifestaciones y ordenamiento
de la mente y de lo que es la persona como un
todo, aún con la expresión espiritual, parecen ser
características de la presencia de ese Sentido que nos
llevaría a reformular hasta el concepto de Vida,
de lo que está vivo, de la complejidad evolutiva, de los
inmateriales, porque aparece como una fuerza que lejos de ser
ciega e irracional, es algo que está vivo y es
inteligente. ¿De dónde entonces apareció
este nuevo fenómeno de pura inmaterialidad concreta y que
por el hombre expresa -como vemos en sus realizaciones- en lo
material y lo inmaterial? Porque vemos cosas concretas tangibles
e intangibles entre nosotros. ¿Nos lleva esto
también a plantearnos el concepto de inmaterialidad?
¿O a plantearnos que la inmaterialidad es parte de nuestra
existencia?

¿Cómo podríamos llegar a conciliar
el concepto de Ley Natural como algo construido por el hombre,
con el de un Sentido que ya estaba presente a partir de afirmar
la existencia de una dirección profunda que estaba antes
que el Hombre llegara y que lo trasciende? Aunque parezca
paradójico, -y esto está ínsito en toda la
Naturaleza- la entropía permitió la complejidad, lo
cual nos da un perspectiva cualitativamente más
fantástica de la Evolución.

  1. 3. La
    desestructuración de la Personalidad

Nunca como antes, se había hecho tan patente en
nuestra Sociedad, el
vacío y a la vez el deseo, de espiritualidad y afecto. Las
presiones, las exigencias de la vida cotidiana, la marginalidad
afectiva, económica, cultural y política, sumergen a
las personas en un desconcierto paralizante y
destructivo.

Sucede que vivimos en un Sistema que no
manejamos y que desestructura nuestra Personalidad,
que hace imprescindible para nuestra salud, saber conocer, eludir
y combatir. Esto implica trabajar sobre el logro, el refuerzo y
la permanencia de un equilibrio interior que el psiquismo por
sí solo no puede alcanzar; en primer lugar, porque
percibimos una desestructuración creciente de la Psiquis
Individual cuya recomprensión personal no
basta; no alcanza y no soluciona la enfermedad mental que
sufrimos. Y en segundo lugar, porque si existe un Psiquismo
Social, también es responsable de lo que nos pasa y que no
se lo tiene en cuenta. Y ello está muy claro cuando vamos
al médico y después de un tratamiento que
teóricamente nos recompondría, salimos a la vida de
las relaciones sociales y allí nos encontramos con que
continúa reinando el caos que tarde o temprano no podremos
manejar. ¿Cuándo nos pasa esto? Cuando insistimos
erróneamente sólo en la búsqueda de una
coherencia exclusivamente individual del sí
mismo.

Hay una percepción sintomatológica en la
lucha diaria que los pacientes de los psicólogos,
psiquiatras, analistas, orientadores psíquicos y
espirituales llevan, tratando de conciliar la
estructuración racional y/o afectiva que se imprime o
logra en aquéllos, con una sociedad llena de conflictos
psíquicos, con Historias de Profundas Neurosis, con
reglas que se relativizan, que son caóticas o están
ausentes, lo que explica largos y a veces infructuosos
años de tratamiento

Se continúa profundizando en cada paciente
–en el más científico de los casos- la
investigación de los orígenes de sus
neurosis acompañando acciones psicoterapéuticas que
van desde la búsqueda del reconocimiento de su problema y
para abrirle el horizonte de una supuesta "normalidad" que no
existe –en todo caso sería una nueva
estructuración racional, una adaptación a
determinada mirada de las cosas, para que modifique su comportamiento
recuperándose de alguna patología, o adhiera a una
visión ideológica o propia de la subjetividad del
médico que olvida el necesario cuestionamiento de
sí mismo- hasta llegar a solicitarle al paciente que la
elabore él mismo. Y esto no le ayuda a la persona
realmente a reconocer, a eludir y combatir la
desestructuración de su personalidad.

Algunos de los síntomas de esta
desestructuración se manifiestan en la parálisis
psicológica y el descontrol emocional; parálisis
que proviene del sentimiento de impotencia abrumador que
experimentamos ante situaciones que creemos que no podemos
manejar, y son el umbral de la desorientación y la
pérdida del sí mismo. Y por otra parte, tenemos que
el instinto de conservación, ante esto, reacciona con la
evasión, el bloqueo, y/o la liberación
descontrolada de energía y pulsiones agresivas.

Uno de los problemas de fondo, en realidad,
estaría en la ‘Psique Social’; porque existe
–por ejemplo- un Conflicto
Psicológico Social entre las generaciones; ya que unas
fueron formadas -más que educadas- en determinados
paradigmas
económico-culturales homogeinizadores del psiquismo, que
son diferentes a los de las generaciones posteriores; y si bien
cada paradigma es
hegemónico, no evita que la práctica social de las
personas produzca en su psiquismo consecuencias
heterogéneas, con mayor o menor grado de
neurosis.

De este modo, el conflicto estaría presente en la
percepción y en el sentimiento de lo que se considera
"normal" y "saludable" de lo que no lo es; como el modo de
enfrentarse a lo cotidiano, tanto para una generación como
para la otra. Así mismo, el paradigma
económico-cultural vigente en cada época es lo
único instituido, contra el cual chocan no sólo lo
instituyente, sino también lo post-instituido. Los padres
–representantes de lo post-instituido- están
desorientados frente a los valores
actuales de la sociedad, porque fueron formados con otros
parámetros; no comprenden el pensamiento de los
jóvenes y mucho menos de aquéllos
–representantes de lo instituyente-, que se adelantan a
cada época cuestionando el statu-quo. Contrariamente a lo
que se cree, el modelo
económico-cultural hegemónico –lo instituido-
no es, -como quizás en otro tiempo
conservador; es algo muy dinámico, y avasalla cualquier
modo de pensar que no se adecua a él, sin importarle
demasiado las tradiciones, las instituciones
sociales básicas, los valores del
humanismo
entre otros, que sí constituyen –en su contenido
más que en su forma- el esqueleto estructurante de la
sociedad, sin el cual sería imposible la evolución
hacia nuevas formaciones sociales de cuyo contexto
dependerá la salud de las personas.

Estos Conflictos Generacionales Psíquicos,
sumados a la anomia, al caos de reglas, son algunos de los
elementos que se encuentran en la Psiquis Social, que van
configurando una Historia de Neurosis en las personas y en la
sociedad, que rompe el Equilibrio Psíquico, sumamente
contagioso en las relaciones
humanas, y que se traduce en condicionamientos para la
interpretación, la internalización,
la
comunicación, para el entendimiento y para el
encuentro saludable.

Por otra parte, desde un abordaje exclusivo a la Piquis
Individual, donde actualmente se concibe a la mente como un
complejo de componentes, de ninguna manera las pulsiones
–por ejemplo el Deseo-, en sí mismas, son una
estructura o
una construcción simbólica, –aunque sí
de alguna manera lo es la sublimación, por más que
estén obligadas a la representación y se las
constriña a un significante. Son absolutamente libres,
tanto el Deseo como el Afecto, la Inteligencia u otras pulsiones;
Algunas se vuelven sumamente poderosas en cuanto más
prohibidas, ocultas y castradas, pudiendo utilizar el afecto, la
inteligencia y la voluntad para aumentar su poder. Las
pulsiones necesitan estar canalizadas; necesitan ser expresadas
–de hecho lo hacen permanentemente en forma
simbólica- y ser expresadas con naturalidad, en lugar de
que se liberen compulsivamente o se aniquilen, como el Deseo, por
cuestionar el orden establecido. no de los elementos
desestructurantes de la
personalidad es la lucha entre el Deseo y la Ley, pero
también la carencia del Afecto, porque en realidad se
puede aceptar lo que dice Lacan que "no hay fronteras entre el
sí mismo y la sociedad, porque el Lenguaje y
la Ley también habitan en el interior del individuo". En
Una sociedad con caos de reglas, o sin ellas, el instinto
prevalece, e imperan las pulsiones, como sucede en la guerra. Las
pulsiones existen también de un modo social, y unas de las
fragmentaciones mentales ocasionadas por las contradicciones que
el esquizofrénico sufre en las conexiones entre el
sí mismo y la sociedad sustrayéndose a lo
simbólico, se pueden tratar haciendo que cobre
conciencia del desorden y la fragmentación, ocasionados
por la familia y/o
por la sociedad.

El Afecto –considerado otro componente importante
del psiquismo- no es sólo una manifestación de la
sensibilidad, de las emociones en cuanto expresión de los
sentimientos, pasión del ánimo, necesidad de
contener y ser contenido, de amar y ser amado, sino
también un poderoso equilibrador de las emociones, un
impulsor de la Voluntad, un estabilizador del ánimo, un
aceptador, un asegurador, un protector de la persona. Su carencia
o represión o suele ser crucial para las personas.
También necesita ser expresado naturalmente. Pero, a igual
que el Deseo, es pulsional, contagioso, y también conlleva
una capacidad de resistencia.
Puede guiar a la Inteligencia y a la Voluntad. Al romperse
patológicamente el equilibrio en y con las personas, es el
primer afectado, e incide de modo decisivo en el equilibrio
interior si no está fortalecido y guiado por el
Sentido.

El afecto implica el cuidado y el respeto, tanto de
sí mismo como el de los Otros; implica dejar que los
demás sean como son y se promuevan. Tiene como base la
confianza en esa reciprocidad o en el logro de la
misma.

Nos suele suceder con frecuencia, que determinadas
situaciones, recuerdos, acciones, nos afectan de un modo
particular. Nos ocurre casi permanentemente, sobre todo cuando
entran en juego las
personas; y más aún, las personas de de nuestro
entorno, aquéllas con las cuales trabajamos, o son
nuestros amigos o seres queridos.

Estas situaciones producen tantos Estímulos en
nosotros, que despiertan constantemente Sentimientos; y de los
más variados. Hay toda una gama de sentimientos que
experimentamos; que van desde el amor hasta
el odio, y los solemos expresar de las maneras más
variadas y a través de diversos medios, como
la palabra, los gestos y el cuerpo. Comprometemos todo nuestro
ser ante estos sentimientos.

Los sentimientos remiten –según el
estímulo- a las pulsiones, fundamentalmente al Deseo o al
Afecto, que son netamente energéticos y muy fuertes. Es
desde ellos, que los seres humanos descargamos todo nuestro
potencial de lujuria, de amor, odio y
bondad. Y lo hacemos concretamente sobre las personas.

Estas pulsiones nos pertenecen, están en
nosotros, pero su liberación no depende totalmente de
nosotros, también son sociales, están en la
Sociedad, en la Psiquis Social. Y la Sociedad, el Sistema, los
introduce en nosotros desde edad muy temprana, por medio de la
estructura simbólica, y no siempre de una manera
positiva.

Las pulsiones son poderosas, capaces de manejar unas a
las otras, y producen en nosotros Niveles Emocionales que pueden
arrasar, tal como suele hacer el Deseo con la Inteligencia y la
Voluntad, manejándolas directamente.

Se hace muy difícil controlar el impulso que
configuran a las emociones. La Emoción, una vez
establecida, hace participar de esos sentimientos a todo el
cuerpo, y entonces los gestos, las actitudes, las
palabras, se comprometen como un todo en la
Emoción.

Cuando se produce una Emoción, sentimos y
pensamos a la vez. Es como tener de pronto, en medio de la
vorágine que nos arrastra, cierto nivel de conciencia de
la lucha pulsional, pero como el impulso que la origina es tan
fuerte, a veces no podemos controlarla. ¿Por qué
sucede esto? ¿Es malo expresar las emociones? de ninguna
manera; creo que es bueno expresarlas, son una descarga que nos
hace bien y hace bien a los otros, según cómo y en
qué momento las expresemos.

La Emoción requiere de una dosis equilibrada de
la Inteligencia para interpretarla y de otra buena dosis de la
voluntad para canalizarla debidamente o refrenarla. Se nos vuelve
dificultoso, accionar cuando la emoción, ya configurada,
está en marcha para la acción. Es como una brasa
caliente en las manos. Si llega a desbordarse, nos traerá
grandes complicaciones, inclusive somáticas;
podríamos enfermar, por ello. Además, no debemos
olvidar que es contagiosa, despierta idénticos o
antagónicos sentimientos en los otros. Generalmente, se
suele instalar la emoción más enérgica que
la de la pasividad, fuere cual fuere la carga de amor, odio,
deseo o cordura que contenga.

Pero todo esto que hemos hablado no atañe nada
más que al plano fisiológico y psíquico.
¿Hay algo más? ¿Qué o quién
determinará el equilibrio emocional en nuestra vida
psíquica? ¿Qué es lo que hace que el Deseo,
el Afecto, la Inteligencia y la Voluntad intervengan cada uno con
lo suyo para que las emociones sean positivas para nosotros y los
demás? La Inteligencia por sí sola, aún
acompañada de la Voluntad, no alcanzan. Porque la
Inteligencia puede estar condicionada por una historia de
neurosis y experiencias que la pueden haber desestructurado y ya
no tiene, la claridad y la fuerza suficiente para ponderar y
encauzar la Emoción como corresponde a una
situación planteada. Y a veces, sumadas la historia
psíquica personal y un entorno enfermo que nos supera,
sobreviene -si no actúa el instinto de supervivencia- la
catástrofe.

Lo único que podría, -a mi criterio-
armonizar nuestra personalidad y darle claridad y
orientación a la Inteligencia –tal vez el elemento
central de la Personalidad– es el encuentro del Sentido.
Buscarlo, sentirlo, vivirlo. Y sólo se busca, se siente y
se vive en aquéllo que vive desde tiempo inmemorial en
cada hombre y lo trasciende; aquéllo que solamente hay que
dejar aflorar por sí solo y atraviesa nuestro cuerpo y
nuestra mente como un todo: el Espíritu.

4. Ontogénesis
de la Psiquis

a. He observado que cuando nace un ser vivo –por
ejemplo un animal- lo primero que aparece es un Imperativo de
Conservación de la Especie; Imperativo que viene dado por
aquello que expresa las funciones de lo
establecido genéticamente, y que primariamente llamamos
Instinto. Cuando se habla de la Psiquis, y de la Teoría
de las Pulsiones, se considera al Instinto como generador y
regulador, en principio, de aquéllas funciones.

b. Creo que el organismo tiene pautas sensoriomotrices
que son estimuladas en correlación con una necesidad, y
estos estímulos obrarían como causas de las metas,
ante las cuales se produciría una descarga de
energía originando una función, y
que por su continua y compleja interrelación con el medio,
el organismo desarrollaría, para organizarla, el Instinto.
El Instinto sería una primera organización de esas funciones. Estas
funciones primigenias serían la que darían lugar
más tarde a la pulsiones, especializándolas
progresivamente. El Deseo sería una de las primeras
pulsiones, y que comenzaría como un mecanismo
fisiológico.

c. Otra cosa que ha determinado, a mi criterio, la
aparición del Instinto, ha sido la capacidad del organismo
vivo de retener informaciónpropiedad
netamente fisiológica- en función de la
supervivencia y en conjunción con otros mecanismos para
lograrla. Ese mecanismo al principio sería inconsciente y
actuaría para que el organismo no desaparezca, pero
llevaría a la necesidad de que él, ante las
continuas interacciones, se diese una primera organización
de las funciones -como dijimos- que remite, y lo haría a
través del Instinto. En este sentido, lo primero que
parece que impulsaría éste, sería el
Deseo.

Dentro de este marco, el Deseo tiene por finalidad
mantener vivo al organismo, conservar su existencia y preservar a
la Especie. Para esto, se dirige a la búsqueda de la
comida, del refugio y la reproducción. Como no siempre está
presente el objeto, se busca. El deseo se constituiría
como una atracción del objeto al cual el organismo se
dirige, ya sea por necesidad o por estímulo, separados en
un desarrollo posterior por la presencia aleatoria del objeto. El
Deseo se dirigiría a él para su uso y satisfacer
una necesidad, o sea que habría ambivalencia, y
también un principio de conservación.

d. El Deseo satisfecho, genera una afección al
objeto, que sería más tarde la base del Afecto.
Cuando el Deseo no ha sido satisfecho, es porque se ha encontrado
con una dificultad: la ausencia del objeto o el impedimento a su
acceso. Cuando la realidad no responde al Deseo, el impulso
remitiría al Instinto la ausencia del objeto
produciéndose un desequilibrio entre el organismo y el
medio, creando en éste un Principio de Realidad, que lo
comprimiría necesariamente a restaurar el equilibrio
perdido. Este principio de Realidad, sería el germen del
sí mismo instintivo.

e. El instinto necesita, entonces, restaurar el
equilibrio perdido ante la posibilidad de desaparecer, que es muy
fuerte y originaría la angustia, por lo cual
generaría o impulsaría otro tipo de carga
energética, otra pulsión luego del Deseo y de la
base del Afecto: la Agresión, para que se cumpla la
finalidad. Con la negación que se le produjo con el
objeto, se ha generado una frustración de la
consecución del objeto para la necesidad o el placer, y de
la pérdida del afecto también; surge una angustia
ante el peligro, y un debilitamiento del yo instintivo y una
medición de la demanda. Todo
esto impulsa a la agresión que, a la inversa del deseo,
produce una repulsión al objeto que impide el uso por
necesidad a fin de obtener el uso por dominio por una
parte, y conservar la supervivencia por el otro, lo que
significaría la destrucción -aunque no total- del
objeto, pero también puede llevar a la destrucción
del organismo.

Con la Agresión puede dominar o defenderse. Pero
las defensas en este caso se darían por ataque. Es,
también, ambivalente. La Pulsión de la
agresión sería el resultado, a esta altura, de una
conjunción de elementos que percibiría el instinto
además de la negación y de la angustia, como la
frustración, el debilitamiento del yo, la medición
de la demanda y la necesidad del uso por dominio y la defensa por
ataque.

f. Si la respuesta del objeto es agresiva o indiferente,
o tal vez de huída -negativa en todos los casos- el
Instinto genera una tercera pulsion totalmente diferente, que es
la Represión. Ésta le sirve para defenderse
–en este caso como huída y conservación de la
existencia- pero sin dejar de perseguir el mismo fin: buscar,
lograr usar el objeto. Aquí estaríamos ante el uso
por pasividad. Hay ambivalencia.

La Represión aparece como una pulsión
más elaborada, relacionada con la defensa del organismo y
sin renegar totalmente del objeto. Se observa en ella una
vinculación entre la experiencia lograda por las pulsiones
anteriores –conservada en la memoria y
de la cual se ha hecho un reconocimiento- con la experiencia
surgida de la ineficacia presente y el incipiente desarrollo
perceptivo-cognitivo del Instinto, elementos éstos que lo
impelen a la
organización de una defensa ambivalente para regular
las demandas que se han agudizado.

g. La Represión, en su desarrollo –sobre
todo al vincular defensa y conocimiento
conduce, aunque no necesariamente, a que el Instinto, ante una
nueva negación, promueva otra pulsión: la
Adaptación, siempre persistiendo en alcanzar el objeto por
un lado y seguir conservando el organismo, aunque puede
inhibirlo.

La Adaptación busca una relación
recíproca entre el organismo y el medio (interior y
exterior), modificando al propio organismo y/o al medio. Sin
embargo, la Adaptación conserva por un lado la capacidad
pulsional del Deseo, de la Agresión y de la
Represión, pudiendo llegar a generar inclusive un
equilibrio patológico, es decir inestable, si se reprime,
huye, se vuelve complaciente y/o dependiente del objeto. Es
también ambivalente. En este nivel pulsional, el
desarrollo perceptivo-cognitivo ha madurado considerablemente en
el reconocimiento tanto de las experiencias y de los mecanismos
pulsionales que han construido la organización defensiva,
como en la ponderación de los impactos logrados, lo que le
ha permitido cualitativamente llegar a un nivel donde no le
está vedado totalmente la acción de las pulsiones
anteriores, pero que ahora pueden ser reguladas
dinámicamente, acomodándose a la situación.
Esta pulsión, que evalúa la situación
según el desarrollo de su experiencia y busca la
acción más conveniente, es la base instintiva del
desarrollo de la inteligencia en el hombre.

h. Como hemos visto precedentemente, hemos realizado,
desde esta pequeña investigación analítica,
una somera descripción ontogenética del
Instinto, y de cómo se fueron desarrollando cuantitativa y
cualitativamente las pulsiones; algunas de sus
características; complejizándose tanto la carga
energética como la aparición del si mismo
instintivo.

En el Instinto, sus pulsiones y su sí mismo
constituyen elementos psíquicos básicos que dan
lugar a una organización de funciones, configurando un
todo unitario psíquico de la animalidad. Encontramos que
el Instinto se impulsa a la realidad; pero también la
percibe por sensación o por estímulo de la
sensación, respondiendo con distintos niveles de
complejidad, con alguna variedad de respuesta en unos animales que en
otros. También aparecen elementos constitucionales como la
Memoria, la detección de demandas y lo
perceptivo-cognitivo, que darán lugar al reconocimiento,
la ponderación, la evaluación
y la decisión. Ya encontramos, además del Principio
de Realidad, el de Organización. Sin embargo, llegado a
este punto y con la Adaptación, las funciones instintivas
parecieran cerrarse, desplegándose fuertemente la
repetición, que conduce a la automaticidad de las mismas.
Ignoramos aún si es sólo una fase del proceso
evolutivo, lo cual es probable.

Sucede que por la Evolución, cualitativa y
cuantitativa, -esto último en cuanto a las funciones- es
en el Principio de Conservación, que dio el impulso
inicial; en el Principio de Realidad, que generó el
sí mismo instintivo; en el Principio de
Organización y en la Adaptación, donde el nivel de
búsqueda de respuestas para reestablecer el equilibrio por
el logro del objeto, amplió el horizonte de posibilidades,
rompiéndose -y he aquí que aparece el hombre- la
determinación instintiva, que tenía un horizonte
cerrado y limitado de posibilidades de respuesta, comenzando el
sí mismo instintivo a construir la Inteligencia para poder
actuar en la indeterminación.

j. La aparición de la Inteligencia generó
un yo consciente del sí mismo instintivo, cuantitativa y
cualitativamente superior, donde las pulsiones continúan
netamente ligadas a lo fisiológico, con un sí mismo
instintivo que se conserva automático en su
reacción hasta la descarga de energía, y que
permanece en la base de la Inteligencia. Ésa es la
razón por la que nosotros postulamos que también
ésta es una pulsión.

La Inteligencia, complejiza el impulso vital de
conservación al percibir y configurar –además
de necesidades, estímulos y datos
problemas, dado el nivel de desarrollo perceptivo-cognitivo
alcanzado. A tal punto que ella trata de hegemonizarse como
pulsión, basándose en el
Conocimiento.

j. El yo consciente, al configurar la realidad como
problema y como estímulo, pondera el medio interno y
externo para la respuesta más adecuada de equilibrio en
relación a sus propósitos que en el hombre, van
más allá de una simple respuesta a la realidad.
Pero para ello, se encuentra con que tiene que trabajar sobre las
pulsiones, reprimiendo o canalizando la energía pulsional
provocada por excitaciones hipertensas interiores o exteriores
ante ciertas necesidades o estímulos, cambiando o
inhibiendo las metas instintivas, quitando las intenciones
originarias de las pulsiones para el logro no sólo de un
buen rendimiento psíquico interior o exterior, o empleando
la energía en otros campos, reorganizando sus funciones y
su lugar, sino también para hacer realidad sus
propósitos. Pero siempre teniendo como fundamental la
búsqueda de un equilibrio orgánico que por
necesidad se proyecta a lo social. Esta conversión de las
pulsiones, esta modificación, esta transformación o
dirección o desplazamiento de esas energías se
realiza con esquemas, mecanismos o estructuras, y que consiste, a
mi criterio, en la sublimación.

El hombre, al sublimar las pulsiones con las primeras
reglas, y sumado a esto la experiencia acumulativa almacenada
como memoria a largo plazo, que da conocimiento, crea la Cultura. Ahora
ésta es intermediaria en su interrelación con el
medio, apareciendo también distorsiones en la
sublimación si no logra el equilibrio deseado en la
interrelación con un grupo cultural
dado, distorsiones que permanecen en la memoria pero semiocultas,
-también obedeciendo a la función de la
supervivencia- que afecta a toda o parte de la psiquis
expresándose en psicopatologías que producen
Neurosis o Psicosis.

l. Hemos dejado para esta oportunidad el tratamiento del
Afecto, que a igual que el Deseo, es una pulsión. Sin
embargo, no está muy claro cómo aparece y
cuál es su lugar en el desarrollo de las pulsiones del
Instinto. Tiene características parecidas al Deseo, pero
va más allá de él por ser autónomo.
Si es una de las tres necesidades básicas del Deseo
descriptas primariamente, esto es: la alimentación, el
refugio o abrigo y el placer, la encontramos más
apropiadamente en el desarrollo de la segunda, al buscar y
necesitar el organismo cuidado y contención. Posee la
capacidad de recepcionar y emitir una gran carga de
energía, como también indicar su carencia. Detecta
la presencia o ausencia de estímulos que tienen que ver
con el exterior, con el apoyo y el cuidado social, pero a nivel
personal y exclusivo como básico. Percibe estímulos
interiores que se corresponden con estímulos exteriores en
su interrelación intra e interpersonal. Es una
manifestación subjetiva consciente o inconsciente de
estímulos y energía, manifestando cómo
reacciona el organismo en el placer y el displacer. Es
ambivalente, genera y percibe amor y odio, apego y rechazo, y
provoca sentimientos de celos, rencor, venganza, envidia,
desinterés, altruismo, compasión entre otros. Es
motivador, contenedor, pero puede ser obsesivo y compulsivo.
Contiene elementos de ternura y sensualidad. Muy significativo
para la vida de las personas. Se relaciona con todas las
pulsiones, pero sobre todo con el impulso vital. Es un
equilibrador por excelencia y el más eficaz; sin embargo,
es preciso darle un sentido.

m. Los Sentidos,
afectan a la Percepción. En ésta, encontramos un
lugar que llamaremos el Nivel de la Impresión, donde se
captan los Estímulos e Información, tanto
exteriores como interiores. Los estímulos, producen
sentimientos que van directamente a las pulsiones, que reaccionan
con impulsos que dan forma a las Emociones. Éstas pueden o
no ser interpretadas y/o retenidas y/o canalizadas y/o sublimadas
por la Inteligencia. La Información, en cambio
(también lo puede hacer el Estímulo), pasa al Nivel
de Configuración, estructurado por la Memoria y el
Pensamiento, quienes interpretan lo ofrecido por las Impresiones
dando lugar a la asimilación de las mismas como dato,
problema, estímulo o necesidad.

El paso siguiente es toda una acción de
Procesamiento, donde se ponen en funcionamiento los esquemas que
permiten mantener el equilibrio del organismo,
relacionándolo directamente con la Memoria. Ya desde el
sí mismo instintivo, cuando se produce el Principio de
Realidad, hay una impresión de la experiencia que se
almacena, desarrollando aún más la Memoria.
Según el nivel de la Impresión, su grado, la
memoria es a corto o a largo plazo. En este proceso, cuando se
recurre a la memoria, se busca el dato. Si no se encuentra, se
almacena. Se si halla, no se almacena. Si aparece algo similar,
se compara y analiza el más óptimo para
reestablecer el equilibrio, almacenando el nuevo dato o
modificándolo, construyendo un mejor esquema y quedando en
la memoria, en la percepción y en el mecanismo cognitivo y
funcional del procesamiento como aprendizaje, tal
cual me parece que acertadamente formuló Piaget

n. En el yo consciente, que aparece como resultado de la
interrelación entre la memoria y la inteligencia, se han
desarrollado también funciones que involucran no
sólo a las específicas de la inteligencia, sino
también aquéllas que son producto de la
necesidad de equilibrio y gobierno de todo
el organismo por parte del yo consciente en razón de su
interrelación con el medio; lo que ha implicado controlar
o manejar de algún modo las pulsiones. Precisamente, esta
relación de las funciones del yo consciente con las
pulsiones y el medio, mediada por las actividades de la
Inteligencia, han generado las primeras sublimaciones y
también sus distorsiones, con relación a la
consideración que el Yo ha hecho de la realidad y de
cómo le ha respondido a ella, y desde luego, del lugar que
ocupa en ella o en relación a ella. La relación
ahora del Yo consciente con la realidad, con la
sublimación y las pulsiones, da lugar a la estructura del
carácter, o sea a la Personalidad. Esto no
significa de modo alguno hablar de un Yo autónomo, puesto
que la incidencia de cada uno de estos factores influye total o
parcialmente en sus acciones.

n. Por último, de acuerdo a toda esta
ontogénesis, podemos deducir que en el Imperativo de
Conservación de la Especie, -que en el mundo animal se
expresa en el Instinto, y que la Inteligencia complejiza
conservando a aquél- encontramos el finísimo hilo
conductor de la entropía negativa y de la complejidad
evolutiva, que aquí vamos a definir como el Impulso Vital
en sentido amplio, que persiste y se desarrolla, pero que puede
aniquilarse y no necesariamente implica la supervivencia; porque
se puede destruir por una patología de la psiquis ó
en función de la Especie. En el ser humano se
estaría expresando en principio, como una cierta
explicitación de una dirección, de un Sentido total
que es equilibrador, contenedor y sustentador de la vida
también en el sentido amplio como evolución.
Pareciera ser el núcleo que está en la base de lo
material, de lo fisiológico y de lo
psíquico.

ñ. Entonces tendríamos, hasta aquí,
una aproximada configuración a una Ontogénesis de
la Psiquis. De acuerdo a esto, el proceso continuaría con
la aparición de la Cultura. En síntesis
tendríamos:

A: Una estructura Psíquica Básica
con

-Un Yo consciente y Sublimaciones
Pulsionales

-Un Instinto que está en su base y que
maneja las pulsiones en su estado natural

-Un Impulso Vital de complejidad creciente de
Sentido.

B: Una Estructura Psíquica Actual con

-Una estructura del Carácter: la
Personalidad

-Sublimaciones Distorsionadas conscientes e
inconscientes.

Todo esto Constituiría un todo unitario
orgánico y psíquico. La Cultura, hace que la
relación del individuo con su familia, el
lenguaje, la
Naturaleza y el medio social, sea mediada -destacando que en el
individuo, su Familia, sus propias experiencias y el mundo
social, tienen toda una Historia de Neurosis y/o Psicosis
relativas. Con ese bagaje, la persona sublima las pulsiones
generando la estructura de la Personalidad, pero como
también se producen distorsiones en este proceso, muchas
de las cuales son inconscientes, aparecen psicopatologías
que la desestructuran.

5. La
Psiquis Social

a. Me atrevería a postular, que la Psiquis Social
es la Proyección Colectiva del Yo. Sería como un
espejo confuso, del Yo; y al punto de cómo se ha
desarrollado hoy la Cultura, estaría desestructurando a la
Personalidad. Algunos filósofos opinan que se está
generando un vacío existencial. No es, la Cultura en
sentido estricto la responsable; es la Psiquis Social,
constituida, en principio, por un conjunto básico de
elementos que configurarían un todo orgánico,
unitario y funcional. Aquéllos serían: la Cultura,
el Deseo Social, el Aparato y el Imaginario Social.

b. La Cultura, abarcaría todos los hechos y
acciones sociales que constituyen la identidad de
un grupo humano o de un Pueblo; pero en el sentido global,
estaría formada por un entramado de concepciones del
mundo, de aspiraciones, costumbres y realizaciones de todo tipo.
Es en gran medida, el ideal explícito y la
realización fragmentaria de ese ideal en la
realidad.

El Deseo Social, es el lugar de la Pulsión
Social. Allí se encuentra la energía, el dominio,
la agresión, el apego, la búsqueda, la
insatisfacción, el erotismo de lo humano como grupo, en
tanto remolino, vorágine y fuerza compartida. Es
implícito, desordenado, no quiere ser representado ni
estructurado totalmente y su condición natural es la
libertad
absoluta del Instinto. Es revolucionario y
cuestionador.

El Imaginario Social, es el entrecruzamiento colectivo
de interpretaciones y representaciones intersubjetivas del
conjunto de la Psiquis Social y sus acciones. Allí, los
significados son múltiples y variados, con ciertos grados
de configuración y adhesión por parte de las
personas, grupos humanos y
Culturas.

Lo que llamaremos Aparato, serían las estructuras
Jurídico-Polìticas,
Económico-Tecnológicas y
Científico-Ideológicas que permiten la
canalización formalmente legitimada de las acciones de los
otros componentes de la Psiquis Social. Es pura
actualización, implícita y
explícita.

c. Creo que esta Psiquis Social Básica, se
expresa en Acciones estructuradas en el Lenguaje, y que se
dirigen al Yo y al Imaginario Social estructurándolos
permanentemente, en una dinámica que abarca a toda la Psiquis. La
Cultura está estructurada fragmentariamente, el Deseo
Social en sí mismo totalmente desestructurado, y el
Aparato sobreestructurado.

En las Acciones, se pueden expresar –directa o
indirectamente- como en un gran escenario, en una
fantástica representación, los componentes de la
Cultura, del Deseo Social, y las Sublimaciones Distorsionadas de
ambos. El Aparato, en cambio, lo hace siempre directamente,
aunque se canalicen por él las Sublimaciones
Sociales.

d. La acción indirecta, se realiza a
través del Aparato cuando la Cultura, por medio de la
Ideología y la Política, explicita
en lo Jurídico sus acciones, legitimándolas a los
ojos de la Sociedad. El Deseo Social lo hace, en cambio, desde lo
Económico y lo político, que subliman y
también distorsionan la Sublimación. La
sublimación Distorsionada también se expresa
directamente en el escenario de las acciones sin pasar por el
Aparato. Todo este conjunto de elementos que desembocan en el
gran escenario de la Acción, producirían Neurosis
Sociales y/o Psicosis.

e. Tendríamos que ver, entonces, lo que hace y
dice el Lenguaje Social; para investigar, desde la Acción,
el Imaginario (que influye, como dijimos, en la Cultura y en el
Deseo Social), para ver, detectar, y comprender la
Distorsión de la Sublimación, y hacerlo por una
parte- con las energías de cualquiera de los Campos de la
Psiquis Social, trátese de la Cultura, del Deseo Social,
del Imaginario y/o el Aparato, y por otro lado, también
desde la acción y el Yo personal. Impulsar esas
energías significaría acciones para lograr el
Cambio, terminando con la Distorsión de la
Sublimación.

f. También por otro lado, como el Deseo es
necesario porque conlleva el Impulso Vital que cuestiona, devela,
subvierte, permitiendo expresar y construir concientemente el
Sentido de la Humanidad, necesitamos liberarlo de las ataduras
estructurantes del Lenguaje, abraccionándolo para generar
las condiciones del Cambio Social. Esto no es fácil,
porque liberar responsablemente el decir, el contar y el hacer,
produce la libertad, la creatividad y
la buena conciencia, liberando a la Humanidad de los prejuicios,
la intolerancia y la hipocresía.

g. Las "Zonas Liberadas" de la Distorsión,
sanearían y producirían contextos con niveles de
interrelación humana más óptimos, para que
las personas continúen con su desarrollo.

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Prof. Armando Iván Ojeda

Villa Mercedes –San Luis

Datos personales: Ojeda, Armando Iván, 54,
Profesor
titular de Filosofía en la Facultad de Cs Médicas
de la Universidad
Católica de Cuyo en Villa Mercedes, San Luis, y Director
de Centro Educativo "Juan W. Gez" en la misma ciudad. Ensayos sobre
Lógica, Filosofía Política, Pedagogía y Antropología. Tel. 02657-15584330/
02657-431748.

Partes: 1, 2
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